ES-TRE-ME-CE

ES-TRE-ME-CE

Del baúl de los recuerdos.  Este escrito fue hace mínimo seis años, no sé la fecha exacta, pero mi ahora esposo era mi novio, así que ha llovido un poquito.

El viernes fui al aeropuerto a buscar a mi querido, amado y adorado novio. Me estacioné en el área de espera y busqué la Biblia. Pensé, “aquí puedo hacer el post del domingo”. ¡Esto está listo! Abrí la Biblia y me detuve en tres páginas distintas. Cuando llegué al versículo que me cautivó, la marqué, pensé que podía escribir y busqué papel y lápiz.

 

Cuando estaba escribiendo el versículo para cerrar la Biblia despegó un avión (o llegó, realmente no sé). Hice una nota al margen del papel “un avión estremece”, una idea para un futuro ensayo. Terminé de escribir el versículo, me puse audífonos y la música a todo volumen… comencé a escribir. Es como entrar a mi propio mundo. En la quinta oración escrita volvió a sentir el estremecimiento de un avión. Esta vez no lo escuché, tenía la música a mil, pero lo sentí. Tuve que detener el ensayo que estaba escribiendo y comenzar este. Aquí estamos.

Hay ocasiones en las que definitivamente vamos a escuchar a Dios. A través de lo que sea. Una canción, alguien hablando, un programa de televisión, un libro, no dudo que Dios utiliza lo que sea que prefieras para comunicarse contigo. Sin embargo, hay momentos en los que no importa cuanto quieras escapar de su presencia, cuan alta pongas la música, el te va a estremecer. No somos cualquier cosa, y cuando Dios quiere tocarte, él lo va a hacer. No importa cuantas barreras pongamos. Eso exactamente sucedió el viernes. Al igual que a mí, esto sucede en tu vida, hay momentos en los que no entiendes, pero no estás igual, no sientes lo mismo, algo que no tiene explicación está sucediendo dentro de ti. Llegó una idea y no sabes ni de dónde. Cuando Dios habla, ES-TRE-ME-CE. Te va a tocar, lo vas a sentir, queda en ti que es lo que vas a realizar con eso.

Me avisaron, lo escribí al borde de la hoja y continué. Nuevamente me tocaron, literalmente. Entonces es cuando tu entras, lo tomas, lo haces, lo muestras, lo escribes, lo cantas, lo planificas, lo llevas a cabo, lo danzas, los reúnes, lo dices; o simplemente vives recordando que en un momento dado Dios, el mismo que te creó, te llamó, y nunca respondiste. Está en tus manos. Dios quiere usarte, no lo dudo en lo más mínimo, depende de ti si TÚ quiere que Dios lo haga. Comienza a decir que sí, no te vas a arrepentir.

¿Qué puedo aportar en el 2023?

Dios no se equivoca, si pone algo en tu corazón, es porque tienes el poder y lo que se necesita para hacerlo realidad.  No vivas con esa inquietud de saber cómo hubiese sido si te atrevieras.  Dale que puedes, no es fácil, no es cómodo, la mayor parte del tiempo estamos perdidas, pero siempre vale la pena y la alegría al final.  Disfruta el proceso y toma acción. ¡A Brillar!

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